Hace unos días fui a ver la obra musical "La Guerra de 1856" del grupo Cantares, la cual fue una experiencia diferente sin duda alguna, donde pude apreciar un espectáculo y estilo musical distinto a lo que suelo escuchar.Al ir avanzando el espectáculo me pregunté, ¿cuántos costarricenses estarían hoy dispuestos a todo por defender su patria? Me desanimé un poco.
Cuando alguno pretenda
tu gloria manchar,
verás a tu pueblo valiente y viril,
la tosca herramienta en arma trocar.
Me puse a pensar en todo lo que ocurre este mes. El 15 de setiembre montones lloran al escuchar y cantar el Himno Nacional de Costa Rica. Ven la bandera izarse y sienten que el corazón se les va a salir del pecho de la emoción.
Discúlpenme, pero ¿cómo no reírme?
Me río porque desde temprano el 15 de setiembre se apresuran a felicitar a todos sus conocidos, cuando ni ellos ni yo hicimos nada para conseguir la independencia.
Me río porque muchos de esos ticos que lloran con la Patriótica Costarricense contaminan los ríos de su propia comunidad, enseñan a sus hijos a robar, trabajan de forma mediocre, viven quejándose del clima del trópico, no hacen nada por ayudar al desamparado que ven camino a casa, son expertos en hacer "chorizos", no les importa quienes estan al mando del país y mucho menos ir a votar, saben cuál es el último aparato electrónico de moda pero no saben quién fue Pancha Carrasco.
Discúlpenme, pero río para no llorar.
Saberse la letra del Himno Nacional es muy fácil, ser un buen costarricense, un buen ciudadano, no lo es.
¿Por qué mejor no guardamos las lágrimas y cantamos el Himno con orgullo cuando lo merezcamos?
El Himno no existe sólo un día al año...
Claro, ¡pero qué pereza trabajar en ser mejores! muchos dirán... Más fácil ir al Mall y comprarse una camisa con blanco, azul y rojo...
La defiendo, la quiero, la adoro
y por ella mi vida daría,
siempre libre ostentando alegría,
de sus hijos será la ilusión.